2.2. ¿Qué es la cibercultura?
Los procesos de globalización, que afectan a las esferas social, económica, política, cultural y tecnológica, según los cuales las variaciones de los diferentes sistemas no se pueden analizar solo a escala local sino que implican al conjunto del planeta, han permitido dibujar una realidad que, desde el punto de vista comunicativo, es más compleja, dado que los flujos de información son multidireccionales y se organizan en redes de densidad variable. En el ámbito tecnológico, la aparición de Internet favorece el despliegue de la inteligencia colectiva, un constructo que ha arraigado en la sociedad del conocimiento y que coincide con nuevas formas de relación social y con el fenómeno de la autopublicación, de tal manera que los contenidos pueden ser compartidos con otros para que se beneficien del mismo modo que el usuario. En los años 90, Pierre Lévy ya había hablado de la inteligencia colectiva de la humanidad, una inteligencia que se encuentra distribuida por todas partes, creciendo en valor y realizándose en tiempo real (Lévy, 1999, pág. 76).
Estamos ante un modelo abierto, centrado en el libre intercambio de conocimientos –base de la ética hacker (Himanen, 2001)–, un sistema colaborativo basado en la mejora progresiva del código implementado por la comunidad (Cobo y otros, 2007, pág. 44.). Al mismo tiempo, puede adoptar la forma del sharismo propuesto por Isaac Mao, que reivindica una cultura del compartir con el consentimiento de cada persona en el marco de los medios sociales.
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El sharismo puede convertirse en la cultura del compartir que empoderará a la gente con el uso de Internet para generar conocimiento.
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han propiciado, por su dinámica, una revolución en la forma de acceder y de compartir la información, e incluso de interactuar con la gente. Esta cultura que se deriva de la Red y de las relaciones que se establecen entre sus nodos (que al final van a parar a las personas) se denomina cibercultura y tiene lugar en el espacio virtual de interconexión telemática (ciberespacio). En relación con este concepto, Derrick de Kerckhove (1999, pág. 17-28) habla de un lenguaje universal, que es el digital, y menciona tres puntos de vista:
- Interactividad: forma de interactuar con las tecnologías con el objetivo de comunicar. Como indica Miralbell (Miralbell y Sanz, 2011, módulo 3, pág. 7 y ss.): «la interactividad es aquella parte de la comunicación en el entorno que nos permite establecer la conectividad con los millones de usuarios que hay en la red». Las TIC establecen parámetros comunicativos centrados en la conectividad, en la fuerza de una comunicación que se caracteriza por la inmediatez y la universalidad.
- Hipertextualidad: el etiquetado del formato y el contenido favorecido por el lenguaje HTML facilita el enlace entre documentos y sitios web. De Kerckhove la define como el acceso a cualquier información desde cualquier parte. El hipertexto se presenta como un sistema de referencias inteligente basado en el texto y justifica el salto a una concepción no secuencial del relato telemático.
- Conectividad: condición en que dos o más personas establecen una conversación y colaboran en red. Se pueden establecer relaciones colaborativas conectivamente, por ejemplo, a través de los sitios de redes sociales, donde se pueden transmitir conocimientos. El aprendizaje conectivo es un tipo de aprendizaje en red no afectado por la ubicación física, en el cual lo importante son las conexiones entre personas, que generan sinergias gracias al trabajo en equipo. La no coincidencia en tiempo y espacio no es obstáculo para la generación de nuevos conocimientos compartidos. Lo veremos cuando hagamos referencia a las estrategias de comunicación personal y social.
La cibercultura aprovecha, pues, la tecnología para generar interacciones humanas con las redes como mediadoras. Manuel Castells (2002) pone énfasis en el hecho de que Internet es una cultura de libertad que se puede explicar a través de cuatro capas culturales: la cultura de la investigación, que busca la excelencia académica; la cultura hacker de la pasión creativa, de mejorar el código a través de la cooperación; las formas culturales alternativas, es decir, la investigación de nuevas formas de organizar la sociedad; por último, la cultura empresarial de obtener beneficios a través de la innovación. Estas cuatro culturas se van reforzando y justifican la dimensión tecnosocial de la Red. Como resalta el sociólogo en el mismo lugar:
«Así pues, Internet es una creación cultural que permite la creación de una nueva economía y el desarrollo de la innovación y la productividad económica. En fin, Internet, cultura de la libertad, la interacción y la participación expresada tecnológicamente, crea una plataforma tecnológica que permite ampliar extraordinariamente el intercambio artístico y cultural; permite la creación de una plataforma de cultura en la sociedad y la expresión de la sociedad civil, y una ruptura de los marcos institucionales de definición de la cultura y el arte oficiales».
Para ilustrar los conceptos que hemos trabajado en este apartado, lo haremos a partir de una infografía: