La tecnología es ya tecnología móvil. Si en la primera época de Internet podíamos acceder a grandes cantidades de información y en el periodo de la Web 2.0 ya era posible la comunicación multidireccional en la que el usuario se convertía en el centro, desde el lanzamiento del iPhone en 2007 y el advenimiento de los teléfonos inteligentes y las tabletas hemos entrado en un ecosistema de aplicaciones multiplataforma que ha provocado un aumento de nuestra presencia en servicios digitales de todo tipo, desde el tradicional correo electrónico, pasando por la mensajería, el microblogging y las redes sociales.
Esta revolución de los social media ha afectado a la vez a los procesos de comunicación, que ya no se basan en el intercambio de mensajes estáticos sino en una conversación dinámica de la cual todos somos partícipes de una manera u otra. En este mundo interconectado e interactivo, el concepto de cibercultura ha sido empleado por los especialistas para aludir a las relaciones que se establecen en la Red y a la capacidad de provocar cambios desde un entorno informacional con unos agentes que son los propios usuarios y que tienen como meta contribuir a la inteligencia colectiva de la humanidad.
El modelo de comunicación sintética en red (Herrera y Gómez, 2011) surgirá por la combinación entre diferentes medios, integrando aquellos que ya existían con los nuevos medios digitales. Los contenidos, pues, estarán centrados en los usuarios y, sobre todo, en sus vínculos sociales, que los empoderarán y les ofrecerán una reputación 2.0, o bien pondrán en peligro su identidad digital, en un mundo que es una promesa pero a menudo también una amenaza. Finalmente, este nuevo modelo implicará cambios en el lenguaje hacia un texto multimedia fragmentado y todavía hipertextual.
Como estamos viendo, este mundo de complejidad creciente exige de los usuarios la capacidad para afrontar diferentes situaciones comunicativas que se encuentran mediadas por la herramienta: en efecto, las características del software en buena parte condicionan las estrategias que hay que llevar a cabo en los mensajes o conversaciones que este posibilita. Por esta razón, empezaremos analizando las principales estrategias de comunicación personal. En primer lugar, el correo electrónico, un servicio de los inicios de Internet pero que también posee su estructura comunicativa, asincrónica y sus requerimientos formales. En segundo lugar, los servicios de mensajería electrónica, desde el SMS (Short Message Service), con escasas funciones y de pago, hasta las modernas aplicaciones multiplataforma como WhatsApp, que se ha convertido en la más utilizada, o Telegram, de grandes posibilidades pero todavía condicionada por el éxito de la primera. Las redes sociales han integrado estos servicios de manera oportuna, como es el caso de Facebook Messenger. También analizaremos los servicios sincrónicos de videoconferencia como Skype o Hangouts.
Los medios sociales reclaman estrategias concretas de comunicación, por el hecho de que se trata de plataformas comunicativas basadas en la interacción social y con un contenido que los usuarios crean y que se vuelve más o menos visible. La tendencia a la publicación en línea en entornos sociales multimedia tiene que ser compatible con un conocimiento de las opciones de privacidad y de la actitud digital y los valores que tienen que predominar. Iniciaremos nuestro estudio con los foros asincrónicos y los blogs: estos últimos se han convertido en fundamentales en la evolución de Internet, favoreciendo la autopublicación y convirtiéndose en subgénero periodístico. En cuanto a los sitios de redes sociales, llevaremos a cabo una clasificación entre los generalistas (Facebook, etc.) y los profesionales (LinkedIn), añadiendo aquellos que ponen énfasis en el tipo de contenido (Instagram, YouTube, Pinterest, etc.). Haremos referencia, asimismo, a Twitter como servicio de microblogging más destacado, responsable de una auténtica conversación en tiempo real en la red.
Internet ha facilitado en los últimos tiempos las estrategias de trabajo colaborativo, a partir de una cultura basada en el compartir y que ha sido favorecida por las herramientas que facilitan estas tareas. Es el caso de la creación colaborativa a través de wikis, auténtico movimiento cultural que ha generado productos como la Wikipedia y que en ámbitos profesionales y educativos permite la generación asincrónica de contenidos. Puede convertirse en un instrumento de generación de valor con el crowdsourcing y el crowdfunding: el talento de la colectividad se encuentra por encima del individual e incluso se puede financiar un proyecto a partir de la libre aportación de los usuarios. En el nivel personal y profesional podemos también mencionar la computación en la nube (Dropbox, One Drive) y la edición de documentos compartidos en línea (servicios de Google Drive).
Para acabar, reflexionaremos sobre las comunidades virtuales y nos centraremos en las comunidades de práctica a partir de ejemplos concretos, para acabar nuestro recorrido con las comunidades virtuales de aprendizaje, de las cuales todos debemos formar parte.